jueves, 9 de septiembre de 2010

El rol de la participación ciudadana en la planificación urbana

Por: Lic. Luis Marín
lmarin@socialconsultores.com

La participación ciudadana en el planeamiento de la ciudad involucra los procesos de participación en cuanto a presupuestos y planificación del desarrollo. Dichos procesos se incorporaron a la administración municipal a partir de las nuevas normas promulgadas durante el Gobierno de Valentín Paniagua (Noviembre 2000 a Julio de 2001). A partir de este periodo, las administraciones municipales se vieron obligadas por ley a incorporar en la planificación presupuestal la participación popular. Igualmente sucede con la planificación del desarrollo. Toda la metodología de dichos procesos se diseñó desde el Ministerio de Economía del Perú, y se puso en práctica muy rápido. El aprendizaje sin embargo, ha sido lento, desde la administración municipal y desde los actores de la sociedad civil. Algunos de los problemas que se suceden son la escasa participación, la participación acotada por el poder local – municipal, la naturaleza de las propuestas de la población, que suelen ser elaboradas en términos de demanda mas que de propuesta, el centralismo dirigencial en el distrito, etc.

En San Martín de Porres algunas de las causas de dichos problemas son el descrédito del sistema político, expresado en los escasos niveles participativos -algunos involucrados en dichos procesos afirman que los dirigentes no representan ni el 2% de la población total del distrito-. Otra posible causa es el paso por el denominado boom tecnocrático en época fujimorista que debilitó la participación popular y elitizó en dichos técnicos el diseño de políticas locales y nacionales. A ello se suma la débil institucionalidad democrática, efecto de la década de la despolitización de las clases populares, el descrédito del sistema político y de sus instrumentos para gobernar la ciudad, la patente ausencia de partidos políticos, defectos mismos del sistema, como el hecho de que el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) no contempla las realidades locales y no busca empoderar a la población, la desorganización de la sociedad civil, que no hace posible que se generen compromisos de larga data con ellas, las viejas prácticas clientelistas desde el poder local y organizaciones ajustadas a dichas prácticas.

En general, dicho distrito se encuentra estancado, lo que se puede evidenciar con el rezago en la infraestructura, falta de liderazgo desde el poder local, carga de personal estable en la Municipalidad que la hace prácticamente ingobernable, el inadecuado manejo de los fondos de inversión, etc.

A nivel municipal, los múltiples problemas urbanos (mal manejo de residuos sólidos, desarticulación vial, etc. ) también son una pesada carga para cualquier administración, a ello se suman los funcionarios enquistados en el poder –y algunos en la corrupción- desde hace muchos años, protegidos por un sistema de “nombramientos” que hace imposible la remoción de funcionarios ineficientes, la predominancia de la idea del Estado como un botín, que evidencia un escaso reconocimiento de lo público, pues lo público se asume como de terreno privado (desde lo municipal y desde la sociedad civil).

Existe, una fuerte desinformación -o falta de difusión- de procesos participativos y sus resultados, que es causada porque los ejercicios participativos como obligatorios y necesarios por existir punición, la desarticulación entre los planes locales y las instancias metropolitanas y nacionales, entre otras cosas.

Los procesos de participación ciudadana en el distrito de San Martín de Porres han sido y están siendo afectados por una serie de fenómenos y problemas que tienen que ver con los distintos niveles de influencia del poder político, en diversos estratos, con el diseño de las metodologías “desde arriba” y sobretodo con las funestas consecuencias de la década en que la participación popular fue atacada por la política del gobierno central, que veía en los poderes locales posibles rivales electorales. Siendo además, de capital importancia la actitud de la población para con los nuevos espacios participativos “meso”, y para con las autoridades municipales.

Con espacios participativos meso, sugerimos un análisis de los espacios de participación de acuerdo a niveles de participación, sean estos territoriales o de acuerdo al nivel o estrato del gobierno con el que se interactúa. Así, establecemos tres niveles: macro, meso y micro; en donde el nivel macro representa las instancias de participación de índole nacional, generalmente con los ministerios, o con el Poder Ejecutivo, aunque no necesariamente. El nivel micro es aquel que se ocupa de los problemas de territorios pequeños, o de pequeñas comunidades, en los que generalmente se encuentran organizaciones sociales territoriales (juntas de vecinos, directivas de urbanizaciones, etc). Con nivel meso, nos referimos al nivel intermedio entre lo local y lo nacional, es el nivel en el que se encuentran los nuevos espacios de participación ciudadana, los denominados Consejos de Coordinación Local Distrital , los Presupuestos Participativos, las Mesas de Concertación, etc.
Privilegiamos una entrada con enfoque distrital, ya que precisamente la alta complejidad de la división político administrativa en Lima Metropolitana, es la que creemos sesga las visiones de los pobladores de cada urbe, además de hacer más compleja aún la búsqueda de soluciones para los distintos problemas territoriales.

Considerando todo lo anterior, podemos afirmar a manera de pronóstico que la participación ciudadana seguirá siendo problemática, poco difundida y fuertemente cuestionada por la población –los que la conocen- , además, seguirán siendo procesos aislados que muchas veces están orientados a cumplir la reglamentación para evitar sanción en vez de tener la legítima aspiración de recoger las inquietudes y propuestas, basadas en necesidades, de la población del distrito. Por último, los resultados de dichos procesos serán cada vez menos legítimos y representarán nada o casi nada las iniciativas de la población.

Podrían paliarse dichos problemas si desde las diversas instituciones se establece el rediseño de los programas -y su metodología- de planificación participativa, considerando los alcances de académicos, profesionales y de la misma población mediante sus organizaciones sociales, que contemplen un balance al poder edil y una mayor institucionalidad de la representación en los CCL, es decir, que los diseños de programas de participación y planificación no sean una “caja negra” a la que solo pueden tener acceso ciertos tipos de actores, con determinadas competencias.

Consideramos que como dichos procesos se mueven en el terreno de lo público, y por ende, del ámbito político, todos podemos aportar a su mejora y perfeccionamiento. Por otra parte, consideramos que se pueden aplicar programas de capacitación y difusión de las experiencias exitosas de participación, sus alcances y potencialidades, programas de asesoramiento continuo desde el Estado hacia los participantes civiles, se deben flexibilizar los requisitos para acceder a los procesos de planificación participativa y por último, rediseñar los organigramas y formas de gestión municipal eliminando o disminuyendo los “pasivos” de administraciones anteriores.

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