sábado, 30 de junio de 2007

Comentarios a Género, vestido y mercado: el comercio de la ciudadanía en América Latina de Francine Masiello

Por: Soc. Luis Marín

lmarin@socialconsultores.com








En Latinoamérica se da un claro proceso de control social de los estereotipos, control que recae también en los ámbitos de la ciudadanía. Y en esta parte del continente particularmente, son importantes el rol del género y la sexualidad para ejercer ese control, así como para definir la identidad de los sujetos, pues prevalece la tradición en muchas de nuestras representaciones, tradición con un alto grado de valoración al modelo típico de masculinidad.
Uno de los modelos en los que se nota este control es el modelo de patriotismo que predomina en Latinoamérica, es así que Dávila da cuenta en su obra de las múltiples convenciones que subyacen en nuestra sociedad, pues ante la emergencia de un discurso diferente se crean críticas y conflictos que desnudan nuestra falta de flexibilidad ante lo diverso.
Masiello sostiene la hipótesis de que en Latinoamérica, el género frecuentemente está representado como un espectáculo visual sobre la escena nacional política, por la relación existente entre esta construcción de ciudadanía y los patrones de usanza de vestido y uso del cuerpo en nuestra sociedad, que según la autora, limitan la imaginación política latinoamericana.
Ahora bien, una influencia externa es la moda, que al legitimarse en el uso local encierra y disminuye las posibilidades del uso del cuerpo, acorde en nuestra región con lo que dictan los discursos de la moral y buenas costumbres. Esta moda determina el comercio entre los ciudadanos, restringiendo u orientando sus formas de realizarlo, pero también delimita las formas de vestir y hablar en la sociedad.
Esta nueva identidad regida y regulada por la moda esta plenamente influenciada por lo audiovisual, esta es una fuerte influencia y medio de dominación si se quiere, que pone frente a los ojos de todos los miembros de la sociedad, el ideal del ser ciudadano, y se convierte a su vez en patrón común para juzgar las desigualdades. Es por eso que la emergencia de “identidades sexuales alternativas (…) muchas veces proporcionan un potencial emancipatorio”. Pues lo diferente muchas veces no es aceptado de buen grado entre lo establecido, por ello las criticas y quejas ante lo que, de alguna forma u otra, expresan una capacidad de ponerse entre paréntesis y pensar distinto.
El determinismo de la moda no se da por azar, sino porque el control ejercido hacia el vestido se produce por “la gran patología de los tiempos modernos” (según Ingenieros), que es el miedo al fraude y a la simulación, que se puede ejercer plenamente, traspasando las barreras del cuerpo, con el disfraz de la ropa. Este temor es el que configura el discurso dominador de la moda, desde el mercado.
Por ello también se pronuncian al respecto en los medios de comunicación recetas de todo tipo para no escapar del patrón de la moda. Por otra parte en este tipo de manifestaciones de sugerencias o consejos, se incita también al consumismo propio del sistema capitalista y neoliberal, ya que se publicita el modelo de perfección pero no íntegramente, sino por partes, se desmiembra el cuerpo para incentivar el consumismo, de cada parte, independientemente una de otra. Así el encajar en el modelo del cuerpo se vuelve cada vez mas difícil, pues cada vez hay mas aristas desde las cuales caer; pero al complicarse aquello también se sobrevalora el logro.
Es así como “el cuerpo es empujado hacia el mercado” que es quien dicta los mandatos del uso del cuerpo, y limita también los ejercicios de ciudadanía de una nación. La sociedad y la televisión no están tan abiertas al cambio como se supone, y muchas veces estas expresiones que surgen en el arte de vanguardia son reprimidas sin que se llegue a saber. Por lo que una adecuada forma de expresar el arte a las masas y así cuestionar lo establecido, pueda ser una opción para cambiar algunos patrones sociales rígidos, a pesar de las apariencias.

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