lunes, 25 de junio de 2007

Por los caminos de la economía popular en Lima Metropolitana: alcances y reflexiones

Por: Luis Marín

I. Introducción
El presente texto busca explorar las condiciones en las que se encuentran algunas de las organizaciones económicas populares[1] en Lima Metropolitana. Queremos reflexionar acerca de cómo afrontan sus problemas y conocer si la asociatividad les sirve o no para resolverlos o paliarlos. Además, repasaremos los puntos clave en el trabajo con OEP [2] considerando todas las dificultades del actual contexto, tomando en cuenta los problemas internacionales, de planificación de la ciudad y de imposición de agendas. Este esfuerzo tratará de reflejar la voz de sus líderes o dirigentes[3], ya que creemos que ellos tienen un papel central en el desarrollo de sus organizaciones y de la comunidad en general.
En primer lugar, centraremos la reflexión en el concepto de economía popular, este tema abarca en gran medida los problemas de las OEP, que reflejan las dificultades entre las relaciones entre capital trabajo en una ciudad fragmentada, y en un país donde las medidas de ajuste estructural provocaron serias diferencias sociales y económicas entre los pobladores.

II. Debatiendo nuestro abordaje: tópicos conceptuales para la problemática
Podemos empezar definiendo que entendemos por OEP. Para los fines del presente texto, dichas organizaciones son las agrupaciones o asociaciones de personas dedicadas a actividades económicas, que pueden venir del comercio popular, ambulatorio o no, y de distinto rubro, que no se caracterizan por obtener altos márgenes de ganancia en sus actividades, sino por el contrario. Además, pueden emprender agrupamientos con el fin de fortalecer sus negocios y como estrategia de mercado.
Nos ocupamos de las OEP y no de los emprendimientos individuales porque pensamos que con iniciativas grupales es más fácil enfrentar los problemas de índole económico, pues no necesariamente se tiene que seguir el rumbo del individualismo en un entorno en el que los fenómenos macroeconómicos marcan la ruta de la economía nacional.
Por otro lado, estas organizaciones pueden integrar a comerciantes, productores, prestadores de servicios, o una mezcla de ellos. Las organizaciones de productores son las que, basados en un propósito (oferta de servicios a sus asociados), se organizan, establecen reglas y consiguen los medios requeridos para su producción.
Una justificación para nuestro enfoque, es que históricamente, en el país y en particular en Lima, mucho se ha logrado con el apoyo de organizaciones o agrupaciones de personas, ya sean éstas de tipo funcional, territorial, etc. El fortalecimiento de los vínculos sociales propicia un mejoramiento de la calidad de vida, tal como se ha comprobado en diversos estudios.[4]
Las organizaciones económicas de corte popular, atraen a gran cantidad de mano de obra fuera del mercado formal, y sostienen mediante su dinámica y relaciones, la compleja gama de la economía sumergida, no solo por la naturaleza del régimen tributario, sino por aglutinar a grandes masas de subempleados, que no tienen acceso equitativo a las oportunidades que se ofertan en la sociedad, ni mucho menos el privilegio de sentirse integrados mediante su participación en el mercado.
Es evidente que un factor fundamental que afecta la organización popular es la crisis económica. Sin embargo, no debemos perder de vista otras aristas y considerar que esta es la única crisis, ya que existen otro tipo de crisis que afectan a los miembros de las OEP. Como lo expresa Quijano, respecto al empobrecimiento material de los trabajadores:
la crisis (…) no solamente ha implicado el empobrecimiento material (…) sino, más profundamente, la fragmentación y la dispersión de las estructuras sociales que articulaban su lugar en las relaciones de poder y en su vida diaria. (…). En conjunto, aquello que está en crisis entre los dominados, son las condiciones sociales para generar perspectivas globales coherentes y globales de la sociedad, en consecuencia, generar discursos autónomos, o de evaluar los de otros sectores de interés social”.[5]
Como podemos ver, la crisis o las crisis afectan las formas de producir y de reproducir sentido en la vida social, no solamente de los miembros de las organizaciones en mención, sino del resto de la sociedad, incluso pone en riesgo -como señala más adelante- las instancias de negociación y presión con otros actores dentro del sistema, que a la larga puede tender a la pérdida de identidad social. [6]
Esta percepción de la crisis tiene que ver a su vez con la idea del desarrollo que se busca en la sociedad. Se suele decir que un crecimiento económico es clave para un impulso del desarrollo social, pero muchas veces se equipara el concepto de desarrollo con el de crecimiento. Son dos conceptos distintos, el primero implica mejora de calidad de vida, acceso a oportunidades, mayores coberturas sociales, etc.; el segundo versa acerca del aumento cuantitativo de algún indicador. El primero es cualitativo, el segundo cuantitativo. El desarrollo sería la administración de los crecimientos en distintas áreas. El reduccionismo del desarrollo a un mero crecimiento económico hace que a su vez crezca la desigualdad social, pues genera exclusión social y marginalidad, dependiendo de qué tipo de crecimiento económico (por inversión extranjera o subsidios) puede que no tenga impacto benéfico entre la población de un territorio. Si bien es cierto es importante el crecimiento económico, este no es central, ya que se puede estar creciendo por un lado, y por otro perder millones por un Estado burocrático, ineficiente o corrupto. Es decir; el crecimiento económico no garantiza la disponibilidad de los recursos ni mucho menos su distribución equitativa.
La marginalidad por otro lado, es fruto de cambios en la estructura productiva de la nación, y se siente particularmente en Lima, la capital del país, que ha venido recibiendo desde mediados de la década del cuarenta, las llamadas “olas” migratorias, que han poblado la ciudad y han cambiado la fisonomía y formas de relación de los pobladores con la ciudad, su forma de vivirla y la relación entre Estado desbordado y la sociedad civil.
El enfoque de desarrollo local por otra parte, es fundamental para el análisis de las OEP, ya que el desarrollo local se centra en la persona humana en el espacio local y ya no en los indicadores macroeconómicos. El desarrollo local se centra en el desarrollo humano, en un crecimiento social, cultural, político y hasta ético; en el que el crecimiento económico es solo un medio para llegar a dicha meta. El desarrollo local se basa en el aprovechamiento de las capacidades locales de los actores, y de su participación en el diseño de políticas para el gobierno de su territorio, es decir, privilegia un desarrollo endógeno. Con local nos referimos a un territorio autodeterminado, y no solo a una jurisdicción política, ya que las dinámicas sociales, económicas, culturales, etc. Rebasan muchas veces lo jurisdiccional. En este caso específico nos referimos al territorio de Lima Metropolitana.
En este caso, una lectura desde el desarrollo local se hace necesaria debido a los niveles de participación de los líderes, dirigentes y miembros de las organizaciones sociales, porque a lo largo de los años han participado desde sus actuales organizaciones o desde las territoriales, en las decisiones que influenciaron la construcción de sus localidades, por ejemplo.

III. Los cambios en la forma de organización del trabajo
Para la precarización de las condiciones de trabajo de los pobladores de Latinoamérica, tanto formales e informales, además de los tratados líneas arriba, han tenido que ver factores externos, tales como el cambio de los modelos y formas de trabajar en el siglo que pasó. Desde los inicios del Fordismo hasta la era de la información y del trabajo en red, los modelos de trabajo se han vuelto flexibles, menos verticales y mas horizontales, siendo maximizados estos modelos con el uso de las tecnologías de información y comunicación (TIC), que han facilitado la hipercomunicación y el desarrollo de equipos que coexisten en una estructura, teniendo muchas veces las mismas jerarquías[7]. El cambio de la cadena de montaje industrial hacia el trabajo en red ha propiciado que el individuo se revalorice, y que no forme tan solo parte de un sistema cual engranaje, sino que ha dinamizado sus formas de trabajar, tornándolas más flexibles y exigiendo ciertamente, mayor capacidad de adaptación al cambio y propiciando la competitividad entre los mismos. Los modelos productivos que se erigían sobre la lógica de la cadena de montaje, si bien es cierto maximizaban la producción, han ido cambiando conforme ha ido cambiando la tecnología utilizada en la producción. La división social del trabajo era fundamental en momentos en que el capital humano tenía saberes parecidos y la tecnología no estaba tan desarrollada como en la actualidad[8].
A partir de la década del ochenta, con la invención del ordenador y la mejora de la tecnología productiva gracias a la ingeniería electrónica, la división social del trabajo ya no rinde como antaño. No sirve más tener un ejército de personas trabajando cada una parte minúscula de un proceso productivo; sino que el avance de la tecnología ha generado que cada vez menos gente se necesite para la producción de bienes.
Esto trajo como consecuencia, que mucha de la mano de obra antes empleada quede paulatinamente fuera del mercado laboral, ya que las exigencias de capacitación se vuelven cada vez más altas; así los nuevos empleos de esta era de la información requieren de mayor capacitación en uso de tecnologías especializadas.
La gran economía privilegia este tipo de trabajo con alta especialización y niveles de inversión, dejando de lado las cadenas productivas que antes sostenían la economía de muchas familias. La globalización del mercado ha producido a su vez, que los insumos ya no se adquieran en los territorios nacionales sino que se ha dejado esta cadena de suministro al juego del libre mercado, perjudicando así los intentos por fortalecer y ampliar los mercados internos.
Es en este contexto que las ciudades cobran mayor relevancia, y así han surgido ciudades con grandes capacidades de infraestructura y telecomunicaciones, que atraen el capital transnacional, y juegan un papel muy importante para las economías nacionales. Las grandes metrópolis se vuelven cada vez más atractivas para la población y tienden a ser polos comerciales megadiversos. La curva de crecimiento poblacional sigue en aumento en las grandes ciudades sin que el mercado de trabajo acoja a todo este gran bolsón de población que pugna por ingresar al mercado y obtener una buena calidad de vida.
Facilidades a la hora del acceso a una educación adecuada, equidad social, la creación de fuentes de empleo, evitar la precariedad en el mismo y la exclusión social (de los colectivos más desfavorecidos como jóvenes, inmigrantes, mujeres, disminuidos), distribución equitativa de la riqueza, erradicar la pobreza, y, consiguientemente mejorar las condiciones de vida de la población, son factores importantes a tener en cuenta a la hora de elaborar un programa de desarrollo local adecuado, equilibrado y sostenido, que fomente la inclusión[9].
Y estos pasa en todos los ámbitos territoriales, pero es en las ciudades, que son cada vez más independientes, autónomas y con otro tipo de responsabilidades, las que son llamadas a promover procesos de desarrollo tomando en cuenta todas estas condiciones preexistentes, tanto a nivel interno como externo. Por ello algunos hablan de lo glocal (Robertson: 1992), refiriéndose con ello a que desde las ciudades se debe actuar local y pensar global, tomar las decisiones en los territorios micro de acuerdo a las tendencias del sistema mundo, tanto económicas, políticas, energéticas, financieras, etc.

IV. La organización popular y el contexto
A partir de la década de los noventa, el Perú sufrió una serie de medidas de ajuste y reforma estructural de la economía. Estas reformas se dieron a partir de las políticas de liberalización de la economía dictaminadas desde los Estados Unidos por los organismos financieros internacionales en 1989. La orientación de estas reformas buscaban un reordenamiento de las economías mundiales en general y latinoamericanas en particular, para ampliar los mercados internos nacionales y permitir el ingreso de los productos de las empresas transnacionales[10].
En el país este ajuste se impuso en un nuevo tipo de escenario político, que impulsaba la reinserción en el sistema económico mundial teniendo como bandera un discurso que privilegiaba lo técnico a lo político, y que posteriormente no atenuó esfuerzos por seguir a pie juntillas lo dictaminado por los organismos internacionales, en aras de un ordenamiento hacia fuera en lo económico y el desarrollo de un sistema que cada vez más privilegiaba un régimen presidencialista.
En este contexto, la economía se orientaba cada vez más hacia el sector terciario, produciéndose entre otras cosas, una disminución de los índices de empleo, una precarización de las condiciones laborales, un incremento del sector informal y el surgimiento de economías subterráneas que transformaban todas ellas las dinámicas económicas en el territorio peruano.
Así, en determinados espacios se aglomeran los microempresarios en clusters[11] específicos, pero conservando la heterogeneidad en las formas de producción, marketing y servicios al cliente. No se han homogenizado las grandes y diversas formas de producir, sino que por el contrario, se han diversificado y extendido a lo largo de la metrópoli.
Los actores sociales que conforman estos conglomerados o agrupaciones comerciales, han encontrado en la organización una forma de enfrentar los duros retos que plantea el modelo económico peruano, queriendo con ello superar algunas barreras, apelando a las estrategias mancomunadas, rescatando el valor de la solidaridad pero reproduciendo una lógica de organización que algunos dicen viene de contextos andinos.[12]
Por otro lado las organizaciones de la sociedad civil[13] han cobrado un auge a partir de la última década. Como sabemos, la presencia y fortalecimiento de la misma data desde inicios de la urbanización de Lima, ésta se ha fortalecido y cobrado mayor dinámica a partir de la década de los setenta, en la que el Gobierno Militar apadrinó ciertas formas de organización, especialmente desde el SINAMOS[14]. Si bien es cierto durante esta época la participación de las organizaciones fue dirigida y orientada, posteriormente, durante la década del ochenta, la densidad organizativa aumentó y se hizo más independiente del poder estatal. Con el retorno de la democracia y el ejercicio de las elecciones municipales, la vida barrial – distrital comenzó a fluir nuevamente hacia los caudales de la independencia y la participación.
Con todo, las organizaciones que formaban la sociedad civil enfrentaban el auge participativo de inicios de la década del ochenta, impulsaba desde los gobiernos locales mediante las nuevas formas de participación -como la de los Cabildos Abiertos- pero pronto se enfrentaron a la dura crisis económica de inicios de la década de los noventa. Como sabemos, en el Perú las medidas de ajuste propuestos por Williamson en el denominado Consenso de Washington (1989) fueron aplicadas de una manera radical durante el Gobierno de Alberto Fujimori, debilitando la ya precaria condición económica de las OEP.
Cuando la población comenzó a surgir los efectos de las reformas, la economía crecía en términos macroeconómicos por un lado, pero se incrementaban los niveles de desigualdad de ingresos entre la población, y el empleo se orientaba hacia la terciarización, es decir; se dejaron de lado los emprendimientos productivos para el crecimiento de las actividades de servicios.
La orientación desde el Estado era escasa o difusa, y hasta la fecha no se ha logrado diseñar una política que oriente el desarrollo económico de las microempresas, que dan trabajo a más del 70% de la población.

· Conexiones y desconexiones
Las grandes organizaciones sociales, se limitan con el paso de los años a realizar funciones de asistencia, mientras se debilitan las organizaciones sindicales y grandes entidades gremiales, que van dejando un vacío aún no copado. Los partidos, se alejan de los sindicatos conforme cunde el descrédito de lo político durante la década del noventa, lo que va cerrando el círculo entre la desconexión de las autoridades con la población, la deriva en la que se encuentran los otrora grandes gremios y las empresas pequeñas que no cuentan con un respaldo estatal sino que se ven amenazadas por la crisis económica producida por la implantación del modelo neoliberal. Es así que en lo político, también se da esta desconexión, a pesar de que para mediados del año 2000 los mecanismos de participación se van recomponiendo progresivamente y estableciendo estrategias para conformar una opción política y de gestión desde la sociedad civil. Esta sociedad civil se involucra en los espacios progresivamente, y tiende a empoderarse en los procesos de gestión y gobierno, todavía con algunas resistencias a las prácticas democráticas.
Algunos problemas acusados en los espacios participativos, que hay que mencionar, son por ejemplo que, a pesar de que Paniagua – ex presidente de la República- le atribuyó un rol central a la Mesa de Concertación de Lucha Contra la Pobreza, contradictoriamente las funciones de la MCLCP son duplicados con los Consejos Coordinación Local y los Consejos Regionales Locales, según establece la Ley Orgánica de Municipalidades.

V. Características de la asociatividad en las OEP
La forma de asociación entre empresas locales, gremios, etc., requiere de altas dosis de confianza, que a lo largo de los años ha ido en aumento por las continuas decepciones del modelo de exclusión, por ejemplo. Esto atomiza la labor de las organizaciones, encerrándose en sí mismas y no arriesgar por nuevos canales de productos, o interrelaciones con otras organizaciones. Por otro lado, se infiere que a mayor número de miembros de una organización, mayor debe ser el nivel de desconfianza entre sus miembros, dado que es más difícil ejercer la vigilancia o control. En una organización pequeña por el contrario, esta tarea se hace más fácil, pero no necesariamente implica que haya mayor confianza que en las organizaciones de gran tamaño. La confianza entre los miembros es pues pieza clave para lograr y consolidar objetivos comunes de las organizaciones, y para hacer uso de sus capitales sociales.
En las OEP un objetivo bastante común es la meta de obtener un local propio. Este es un tema central en la discusión de los problemas de la economía popular. Muchas veces los integrantes de OEP están en una precaria situación física y legal en los locales que ocupan, y ciertamente, se ven expuestos a las amenazas del entorno, y a prácticas de competencia desleal[15], sin tener la más mínima protección del Estado.
La institucionalidad es importante para el accionar de estas organizaciones. Pero no necesariamente se entiende lo mismo por institucionalidad desde las organizaciones y desde el poder local o desde otras instancias de la sociedad civil. Toda organización requiere un ordenamiento o establecimiento de reglas claras para empezar a operar, al menos en el mejor de los casos, es por ello que para estas organizaciones, los requisitos para ser miembro de la organización forman parte de un estatuto u otro documento.
Otra característica de las OEP es que en ellas la mayoría de miembros no pague la cuota de afiliación respectiva, dicha situación estriba en que no hay una sanción efectiva y determinada en el reglamento de cada organización por no hacerlo. Si bien se puede tener un registro de los requisitos de afiliación en una suerte de estatutos, puede que las sanciones por no pagar las cuotas estén también estipuladas pero sea complicado exigir el cumplimiento y ejecutar las sanciones. La institucionalidad de las organizaciones deriva entonces en su poder de hacer cumplir las leyes internas de cada organización
Por otra parte, el manejo del capital financiero de las organizaciones es importante en la medida en que puedan canalizar dicho capital en objetivos consensuados por los miembros de la organización. Esto a pesar de que un gran porcentaje de ingresos del fondo se invierte en representación dirigencial. Lo que nos lleva a pensar en la cuantía de las cuotas fijadas, cuyos montos deben ser exiguos por la evidencia de que en su mayoría cubren montos de movilidad y representación.
El rol de las ONG ha cobrado cada vez mayor importancia en el panorama local. Es conocido que en alguna de sus tareas reemplazan los vacíos del Estado a lo largo del territorio, y muchas veces influyen en el camino a seguir para la implementación de tal o cual política. Las OEP no están ajenas a las dinámicas de las ONG y suelen ser beneficiarios de las capacitaciones que ofrecen en dichas instituciones. Lo que nos lleva a afirmar que en términos de costo-efectividad, las organizaciones económicas populares están mucho más cerca de estas organizaciones no gubernamentales, si comparamos el nivel de cercanía para la Municipalidad. Hay que decir que algunas ONG en algunos casos, han sido las promotoras de la génesis de muchas de estas OEP.
Podemos decir que en la medida en que la relación entre las OEP y los otros tipos de organización (que no sean ONG ni parte del Estado) no prosperen, los acercamientos serán de corte instrumental, en los que cada organización pensará específicamente en su beneficio de aliarse o relacionarse y en la que los procesos serán de menor plazo que en un acercamiento si se puede mas solidario. Hemos notado que esta forma de encarar la organización sesga una visión más amplia y a la vez integral de las agendas de cada organización.
Con respecto a la participación en procesos locales, los miembros o directivos de OEP ya que pueden participar como organización o como ciudadanos individuales en el proceso de presupuesto participativo, pero este proceso no los involucra por largo tiempo y con cierto nivel de compromiso como sucede en el CCL. Hemos encontrado a su vez ex miembros de CCL que son dirigentes de sus organizaciones, y que participaban cuando empezaron estas dinámicas en los municipios.

· Objetivos comunes
En este punto trataremos de reflejar algunas de las condiciones de las organizaciones económico populares en general, y en particular hacer hincapié en sus formas de ver la propia organización en el futuro. Las visiones de desarrollo y las preocupaciones del día a día se conjugan para dar forma a la agenda de la organización, que puede ser encaminada hacia algún objetivo específico en un determinado plazo o estar ocupada con los problemas y vicisitudes del día a día.
La primera pregunta de esta sección, es acerca de los objetivos de la organización, distinguimos los objetivos de la organización en la procura del bienestar de los miembros. Encontramos que el tema más saltante que funciona como objetivo de la organización, es el de la capacitación. Se entiende que la organización debe procurar satisfacer la demanda de capacitación en diversos temas de los miembros de la organización, canalizando tal vez la oferta metropolitana y estando atenta a nuevas convocatorias.
Otro objetivo capital de cada organización, es el de promover la exportación de los productos. Al parecer, con el auge del tema del comercio internacional, las organizaciones se quieren plegar a esa corriente, pero más aún, el advenimiento del Tratado de Libre Comercio entre Perú y Estados Unidos, les sirve a las organizaciones para mirar hacia adentro, es decir; para realizar un seria diagnóstico y caer en cuenta de las limitaciones y potencialidades de cada organización, que podría aprovechar el tratado.
Como hemos visto, existe una relación bastante cercana de las ONG con las OEP, sin embargo, dichos contactos no suelen ser sostenibles en el tiempo, sino que mas bien son por periodos cortos. La demanda de capacitación implica tal vez que se diseñen proyectos de capacitación de mayor duración. Y no solo desde las ONG sino desde el Estado en cualquiera de sus estratos.

· Una mirada a la agenda
De acuerdo a un primer análisis, las organizaciones manejan en un primer momento, la idea de la organización solo como elemento de fortalecimiento y consolidación como pequeños empresarios, es decir que la organización es el puente que les permitiría tener apoyo técnico, crediticio e institucional para hacer crecer sus negocios. La mayoría de las agendas de cada organización abarcan y apuntan a procesos de índole interna (consolidación de la organización, mejorar sus niveles de producción, ampliar sus mercados) llevándoles a establecer relaciones y alianzas con ONG u otras instituciones solo por la posibilidad de acceso a capacitación, créditos o promoción de sus productos, etc. En ese sentido, los socios en general harían un uso instrumental de la organización.
Podría explicarse desde diversas entradas como la escasa cultura ciudadana y organizativa del país, que los espacios de participación estuvieron por mucho tiempo centrados en actividades sindicales y en los partidos políticos o reducido a ciertos actores, a la esa especie de caudillismo institucionalizado, seguir a un líder o lideres que son quienes se encargaran de encaminar la organización; pero debemos tomar en cuenta que aún son organizaciones en proceso formativo[16] y muchos de sus miembros salvo algunos dirigentes tienen escasa experiencia organizativa[17].
Otro factor que es necesario considerar es que el fortalecimiento de las capacidades en una organización no se logra debido a la búsqueda de objetivos inmediatos. Y al no haberse cumplido por diversas causas, ha producido una especie de desilusión y confianza del poder de organizarse, causando la diseminación de la participación dentro de este espacio sumándose también diversos conflictos personales, la incapacidad de conjugar intereses personales con los de grupo, inconstancia para asistir a las reuniones, incapacidad de asumir tareas dentro y fuera de la organización y ultimo tener la visión de que pertenecer a la organización como un proceso transitorio hacia la consolidación de sus objetivos empresariales, perdiendo el potencial que les podría ofrecer estos espacios de considerarlos desde otros punto de vista.

VI. Sugerencias y reflexiones
El camino a seguir por las organizaciones es el fortalecimiento de cada una de ellas, la convergencia entre objetivos personales y grupales que impida la posibilidad de conflictos internos, también está el reconocerse así mismos como actores, promotores y lideres de este espacio, este elemento permitiría de alguna manera, la tan ansiada consolidación y permitiría un real campo de ejercicio ciudadano, mediante la organización, coordinación, elaborando y elevando propuestas que involucren procesos internos y externos, y por ultimo reconocerse promotores de desarrollo de sus localidades no solo a través de una oferta productiva, sino también social.
También es cierto que un reto del desarrollo local es en definitiva, una eficiente colaboración entre el sector público y privado (gobierno local, empresas, ONG´s…), una articulación nacional/regional/local que optimice la cooperación interinstitucional es totalmente necesaria de cara a la implementación de políticas de desarrollo local. Las políticas de desarrollo local deben realizarse desde y para lo local, porque es el Gobierno Local quien mejor conoce el potencial de recursos existentes en el municipio y la problemática y necesidades más urgentes de la población, eso sí, teniendo en cuenta los factores nacionales y supranacionales: “pensar global, actuar local”.

VII A manera de conclusión
Desde la sociedad civil organizada, hay instituciones u organizaciones que se involucran o comprometen con las asociaciones de productores y comerciantes, al asumir conjuntamente el objetivo central de una estrategia de desarrollo local: favorecer, consolidar el espíritu de empresa y mejorar el nivel de vida de los pobladores y asociados. Son varios los actores que colaboran con el desarrollo de las OEP.
Las ONG también favorecen y consolidan el espíritu de empresa, al brindar asistencia técnica, legal y financiera a las asociaciones o gremios de comerciantes y productores; quienes reúnen una serie de capacidades y recursos valiosos. También se suman las universidades, que han emprendido programas de proyección social o de asesoría empresarial, al igual que algunos municipios, aunque, algunos espacios desde la sociedad civil, espacios de concertación por el desarrollo económico, han surgido en estos últimos años. El Consejo de Desarrollo Económico Local, es por ejemplo uno de estos espacios, que reúne a microempresarios del cono norte –y ahora de Lima Sur- que se preocupan pro el desarrollo económico local de Lima, en particular del norte de la ciudad, y forman parte, junto con otras ONG y Municipalidades distritales, del equipo que está elaborando el Plan de Desarrollo Económico de Lima Norte. Por citar un ejemplo.

VIII. Bibliografía
Adams, Norma y Néstor Valdivia, 1991, Los Otros Empresarios: ética de migrantes y formación de empresas en Lima. Instituto de Estudios Peruanos.
Borja, Jordi y Manuel Castells 1997, Local y Global, La gestión de las ciudades en la era de la información, Grupo Santillana de Ediciones S.A., España.
De Rivero, Oswaldo; 2001 El mito del desarrollo: los países inviables en el siglo XXI. Fondo de Cultura Económica. Lima (Segunda edición).
Kliksberg, Bernardo 2004; Más ética más desarrollo. Editorial Temas. Buenos Aires.
López Ricci, José y Jaime Joseph A., 2002, Miradas individuales e imágenes colectivas: dirigentes populares: límites y potenciales para el desarrollo y la democracia. Alternativa, Lima.
Manrique, Nelson 2006 VI Seminario Análisis y perspectivas de la educación peruana. Pontificia Universidad Católica del Perú. Desafíos para educar en un mundo de incertidumbres. Del 21 al 24 de marzo del 2006.
Marín Diaz, Luis y Jaime Joseph A. 2006; Estudio sobre organizaciones económicas populares y procesos de desarrollo económico local en Lima Metropolitana (en prensa). Alternativa, Lima.
Marín Diaz, Luis 2007; Estudio de competencias y capacidades de organizaciones económicas y sociales en Lima Metropolitana (en prensa). Alternativa, Lima.
Matos Mar, José, 1984, "Desborde popular y crisis del estado: el nuevo rostro del Perú en la década de 1980", Instituto de Estudios Peruanos, Lima.
Remy, María Isabel, 2004, Los múltiples campos de la participación ciudadana en el Perú, Instituto de Estudios Peruano (IEP), Lima.
Robertson, Roland; Globalization: social theory and global culture. Londres; Sage, 1992.
Vázquez, Antonio 1997; “Gran empresa y desarrollo endógeno. La convergencia estratégica de las empresas y territorios ante el desafío de la competencia”. En: Revista EURE, Vol. 23 Nº 70. Santiago de Chile, Diciembre 1997.

NOTAS
[1] Este trabajo se basa en la información recogida en un estudio de capacidades y competencias de las organizaciones económicas populares de Lima Metropolitana, para el Centro Alternativa. Agradecemos de antemano las facilidades brindadas para el uso de la información.
[2] En adelante OEP.
[3] No ceñimos el análisis solo en los dirigentes de las OEP, sino que consideramos los testimonios de algunos líderes de opinión dentro de cada organización, ya que se puede así contrastar a “versión oficial” de la real, teniendo en cuenta que, muchas veces, los líderes de opinión dentro de una organización popular, destacan por su experiencia previa –como dirigentes de esa u otras organizaciones- y su ascendencia entre el resto de miembros.
[4] Véase Kliksberg 2004, quien muestra algunos estudios que utilizan correlaciones estadísticas para probar esta relación.
[5] Quijano 1998: 18.
[6] Ibidem.
[7] Véase Manrique, Nelson; 2006.
[8] Ibidem.
[9] Es precisamente esta necesidad de inclusión social, la que se ha visto negada en el país, pues en la actualidad, muchas personas viven y se autodefinen como excluidos, en medio de un clima político adverso donde la representatividad está cada vez más en duda. Prueba de este sentimiento de exclusión podría ser el resultado de la primera vuelta electoral presidencial del 2006, en la que las zonas andinas y algunas de la parte selva votaron por el candidato Humala, portador de un discurso confrontacional y reaccionario ante el sistema. Parte de la responsabilidad del resultado, está en que en estos territorios es patente la ausencia del Estado, en cualquiera de sus formas, propiciando la exacerbación de necesidades y demandas que pueden no estar acordes con el sistema político.

[10] De Rivero: 2001.
[11] Los clusters son formados por empresas proveedoras, auxiliares y afines, que configuran un sistema local de empresas competitivas, generan aglomeraciones, organizan y estructuran el territorio y “ayudan a competir” a las empresas que se localizan en él. (Vázquez, 1997:12)
[12] Adams y Valdivia: 1991.
[13] Entendemos el concepto de sociedad civil como aquella que es formada por las organizaciones populares, asociaciones, fundaciones, organizaciones no gubernamentales, etc. Si bien es cierto existen diversas aproximaciones al concepto (las organizaciones que no son parte del Estado, solo las ONG, solo las organizaciones que no son parte del Estado ni de las ONG) elegimos la primera definición para los fines de este estudio.
[14] El Gobierno de Velasco Alvarado (1968 - 1975) implantó el Sistema Nacional de Apoyo a la Movilización Social (SINAMOS) como organización que pretendía canalizar la participación popular “promoviéndola” desde el Estado.
[15] Si bien en este texto no hacemos diferencias formales entre miembros formales e informales de OEP. Cabe mencionar que por ejemplo, las asociaciones de mercados ven con impotencia como el perímetro de los mercados es invadido por ambulantes –las más de las veces organizados que formando un cinturón alrededor de los puestos venden los mismos productos que al interior, produciendo que se genere una gran dinámica al exterior pero que por el contrario, al interior del mercado, se expenda lo mínimo a los ocasionales clientes.
[16] Se dice de las organizaciones que están en procesos formativo porque en la metrópoli son muy pocas las que tienen más de diez años de vigencia.
[17] Hemos notado, tal como otros han notado con los alcaldes rurales de provincia, que está produciéndose una renovación dirigencial muy lenta, en la que algunos inexpertos nuevos dirigentes -no necesariamente jóvenes- están tomando la batuta de sus organizaciones.

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